lunes, 30 de mayo de 2011

Estudiar música para mejorar los aprendizajes

La práctica musical, la ejecución de instrumentos e incluso el canto, ayudan a desarrollar las habilidades de lenguaje, memoria y atención, y contribuyen al aprendizaje de idiomas extranjeros. Así lo han confirmado recientes estudios, sumándose a los conocimientos que ya existen sobre el rol que juega la música en el desarrollo cognitivo de los niños.

Una investigación de la Universidad de Münster (Alemania), realizada en preescolares de 500 jardines infantiles, reveló que el 88% de los niños que cantaban con frecuencia estaban bien preparados para la escolarización; en cambio, sólo lo estaba el 44% de los que cantaban menos. El estudio concluyó que cantar melodías en la infancia y aprender a través de ellas, mejoraba el desarrollo social, físico y mental de los pequeños y enriquecía su lenguaje.

Otro estudio, realizado por expertos de la Universidad de Northwestern (EE.UU.), mostró que los escolares que tocaban un instrumento musical eran más exitosos que sus compañeros a la hora de incorporar patrones del sonido para aprender un nuevo idioma. Y que los alumnos que reciben entrenamiento musical son mejores para detectar los cambios de tono en el habla, tienen un vocabulario más amplio y mayor capacidad de lectura.

“Aprender sonidos musicales fortalece la habilidad de adaptación del cerebro y provee al sistema nervioso de un andamiaje de patrones clave para el aprendizaje”, señala la investigadora principal del estudio, la neuróloga Nina Kraus. Ella y sus colegas concluyen que estos resultados desafían a la sociedad a “reexaminar el rol de la música en el desarrollo individual de los niños y los jóvenes”.

Con esta mirada concuerda plenamente la neuropsiquiatra infantil Amanda Céspedes, quien agrega que los estudios de neuroimágenes cerebrales han sido concluyentes en mostrar “la enorme influencia que tiene el estudio y la ejecución instrumental y vocal sistemática y temprana sobre el desarrollo cognitivo”.

Testimonio de ello es el caso de Anita María Rojas, doctora en Ciencias Exactas mención Matemáticas y académica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, quien desde los seis años realizó estudios musicales en distintas academias extra escolares: estudió flauta dulce primero y después violín y piano. En la universidad se tituló de ingeniero civil electrónico y luego entró al mundo de la investigación en matemáticas. “Al darme cuenta de que muchos de mis colegas tocaban algún instrumento, pensé que podría haber alguna relación entre la habilidad para enfrentar problemas abstractos y el estudio temprano de la música. Y por supuesto que ésta entrega herramientas para aprender otros lenguajes; a fin de cuentas, la música y las matemáticas no son sino lenguajes, formas de expresar”.

Amanda Céspedes explica que los distintos efectos positivos que el estudio y la ejecución instrumental y /o vocal tienen sobre el desarrollo cerebral de los niños se enmarcan dentro de la llamada Potenciación Cognitiva. Y entre sus acciones más importantes acciones están: incremento de la velocidad de procesamiento y elaboración de la información; el mejor uso de la memoria; la capacidad de automatizar los aprendizajes y la organización psicolingüística. También aumenta la actividad entre ambos hemisferios cerebrales, lo que permite realizar procesamientos asociativos veloces y, al mismo tiempo, originales”.

Además, el mayor desarrollo de las áreas de procesamiento de las melodías y de los ritmosincrementa la habilidad para aprender nuevos idiomas con mucha facilidad, agrega la neuropsiquiatra. Y no sólo el cerebro se ve beneficiado con este tipo de aprendizaje, señala. “También éste es un gran apoyo a la hora de fortalecer ciertas virtudes del carácter: tesón, voluntad, empeño, constancia, capacidad de posponer la gratificación”.

La doctora en Matemáticas Anita María Rojas confirma esto con su testimonio: “estudiar piano y violín desde niña me otorgó disciplina, tolerancia a la frustración, paciencia. Y me ayudo a desarrollar la habilidad de poder concentrarme en varios estímulos a la vez, además de obligarme a organizar los tiempos y las prioridades. Ahora que miro hacia atrás, me doy cuenta de ser hábil para matemáticas incluye varios de los atributos que identifico como potenciados por el estudio sistemático de música y de algún instrumento, incluyendo algunos defectos que en esta profesión sirven mucho: el ser perseverante hasta la obsesión. Cuando se quiere tocar algo se trabaja mucho y se repite mucho, durante días o meses sin éxito; que se deja, se retoma, se insiste, etc. Es una dinámica que repito cuando enfrento una investigación en mi área”.

Anita María cree ver en su temprano aprendizaje musical alguna relación con su actual profesión: “Desde niña aprendí a valorar la belleza de las armonías, del trabajo duro y de la consecución de un resultado, y de la comunicación con otros seres humanos… ¡incluso muertos hace años! Matemáticas y música comparten esas cosas: hay mucha belleza en las matemáticas”.

Horas de música


La música contribuye en forma importante al desarrollo personal y cognitivo de los niños y los jóvenes. Sin embargo, en el currículo de la enseñanza básica, los ramos de educación artística (que incluye también artes plásticas) no sobrepasan las tres o cuatro horas semanales, según el nivel. Frente a ello, la neuróloga Amanda Céspedes es enfática en señalar que este tiempo debe aumentar: “La música debería ingresar a las aulas como currículo desde la educación prebásica. En los cursos preescolares, puede usarse el método de música en colores, creado por la profesora Joan Zambrano”.

“En el currículo escolar, la música debe estar presente en forma de estudio del lenguaje musical; y también en ejecución vocal e instrumental. Este currículo musical debe ser sistemático, acompañado de actividades de apreciación musical”, señala la doctora Céspedes. Por ahora, los padres pueden tomar medidas para apoyar este aprendizaje en sus hijos más allá de lo que pueda entregar el colegio. Para ello, con la ayuda de la doctora Amanda Céspedes, entregamos algunas recomendaciones:

  • Estar atentos a los intereses musicales de los niños: a la mayoría le gusta mucho cantar, de modo que pueden ser incorporados a talleres de coro o de interpretación vocal; y a aquellos chicos que muestran interés en algún instrumento, motivarlos a tomar clases de ejecución musical.
  • En Chile, este tipo de talleres o academias suelen ser pagados y no todas las familias tienen los recursos para hacerlo. Pero las municipalidades tienen mucho que ofrecer a precios más reducidos y la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles tiene también una amplia oferta de iniciativas.
  • Sería ideal que en todos los hogares se hiciera una práctica temprana de escucha y apreciación musical. Hoy, la buena música puede estar al alcance de todos a través de la radio y de internet. También es recomendable ir en familia a conciertos, que ofrecen las diferentes orquestas, centros culturales y municipios. Si se investiga, puede encontrarse una oferta de éstos a un costo bajo o de entrada liberada.

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